Francisco José Parejo Santiago
Nací en Sevilla (Barriada Los Pajaritos, calle Alondra). En mi infancia había sol, grandes espacios, balones que olían a sebo, pizarras y pupitres deseados, siempre deseados, aromas y besos. Más tarde, gracias a mis padres, dispuse de una magnífica biblioteca, que ya estaba en casa cuando yo llegué, de modo que ambos fuimos creciendo con el paso de los años. Uno de aquellos libros condicionó mi amor por el teatro: "El concierto de San Ovidio", de Antonio Buero Vallejo. A los doce años escribí mi primera obra de teatro: "La Naturaleza", se llamaba. Nuestro viaje a Australia significó para mí una apertura al mundo impensable poco antes. Aprendí mucho sobre teatro, sin que las ideologías mancillaran su esencia. Sin embargo, el teatro español ha sido -y es-, el espejo y la guía de mi obra. Hoy por hoy, me aventuro a pensar que, en un futuro no lejano, el teatro volverá a ser lo que yo aprendí que era: "El teatro no es más que nuestra vida íntima y cotidiana sobre un escenario". Vale.