Sinopsis Una actriz finaliza una actuación fríamente aceptada. En su camerino se enfrenta a su imagen en el espejo a la que escupe por fracasada como puta al servicio del público cliente. Se simula la entrada del autor de la pieza, de algunos colegas que han abandonado el teatro, del director de escena que se refiere al público. Sarcásticos comen-tarios de todos ellos sobre la actividad teatral. De nuevo "sola", la actriz, vistiendo diversos atuendos, recorre la historia del teatro: su papel como bacante dionisiaca, como itinerante magdalena medieval, como cómica sin cementerio, como favorita del Monarca que se digna acostarse con ella, como doña tal y tal, con teatro propio y final en tierra santa, como virgen roja para que los espectadores se crean leninazos. La actriz termina explicando que entre la nada y la nada elige la nada. Pronuncia una frase de final shakesperiano y bebe un líquido con pastillas disueltas. El oculto guardián de noche le aplaude por la excelsa escena. Y ella: "Tienes razón, portero. La representación suprema se hace en medio de un teatro vacío".